La vida de Adam Moynihan solía ser maravillosa. Buenos amigos y una vida hogareña tan perfecta que podría haber salido en un programa de televisión de los años 50. Y entonces murió su hermano mayor.
Ahora, su madre, amante de la diversión, llora constantemente. Él y su otro hermano no consiguen hablar sin pelearse y el padre que siempre admiró, demostró ser un cobarde al marcharse cuando más lo necesitaban.
La vida de Jolene Timber no se parece en nada a las películas que tanto le gustan, al menos no a las felices. Como aspirante a directora, debería saberlo, pues lleva desde niña reintentando su vida constantemente. Con padres divorciados peleándose y usándola como peón, ningún tipo de juego mental le dará el amor por el que se muere.
Obligados a pasar fin de semanas alternos en el mismo edificio de apartamentos, el chico que cree que el perdón le hace débil y la chica que cree que el amor es para los tontos, forjan una amistad poco probable. Pero cuando la vida de uno empieza a recuperarse mientras la del otro de desmorona, se dan cuenta de que, enamorarse mientras se está rodeado de caos no asegura nada bueno.